XXIX Domingo del Tiempo Ordinario

16.10.2020 23:02

Mt 22,15-21

A DIOS LO QUE ES DE DIOS

Después de haber presentado tres parábolas en las cuales Jesús les hace ver a los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (21,23) que han tenido una oportunidad, una llamada y no han querido responder a esa llamada. Ahora seguimos en contexto de controversia. Son los fariseos que se reunien para planear el siguiente paso para poner a prueba a Jesús  (22,15).  Y envían discípulos, junto con los herodianos, para hacer una pregunta mal intensionada.  Jesús conoce su malicia (22,18) por eso responde con fuerza y claridad.

La pregunta tiene que ver con el  tributo que se debe pagar al César, ¿es lícilto pagar o no? Ante esta pregunta capciosa  la respuesta de Jesús se muestra llena de sabiduría divina: "Den a Dios lo que es de Dios". Pero antes desenmascara la mala intención y el engaño de aquellos mensajeros con una palabra clara: "hipócritas" (22,18). Si lo  querían confiundir o comprometer en una respuesta poco apropiada, ahora aquellos oyentes se llevan la sorpresa de encontrarse con una sabiduría nueva, que pone como prioridad al Señor.  No hay falsedad en Jesús. Esa respuesta les maravilla, pero parece que sólo se queda en eso, porque no dan el paso sucesivo, lo cual se notará después en el desenlace de todas aquellas confrontaciones en el templo.

Jesús aclara que, por encima de cualquier poder o sistema humano, está el camino de Dios. A ese debemos apuntar siempre, sin descuidar nuestros compromisos fundamentales en la sociedad, como eso de pagar el impuesto. Es decir que la vida cristiana  (de los seguidores de Cristo) es vivir auténticamente en el mundo, dando prioridad al proyecto de Dios. Desde allí se define todo.

Nuestro deber es elevar la mirada a lo más importante, sin olvidar lo inmediato de la vida. Lo más importante es el Reino de Dios, que se va construyendo con los pequeños (y grandes) gestos de amor en cada paso de la vida cotidiana. Lo inmediato es responder a nuestros compromisos como ciudadanos del mundo.

¿Estamos dispuestos a aceptar el proyecto de Dios?  Mirada hacia lo Alto, pies bien puestos en el suelo...

¡Ánimo!