XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Mt 22,1-14
El REINO ES COMO UN BANQUETE
Propongo que hagamos reflexión sobre dos puntos.
1. Invitación a un banquete:
Para entender el misterio del Reino de Dios, nuevamente Jesús nos propone una parábola. Esta vez la comparación es con un banquete de bodas, una gran fiesta, donde hay ambiente de alegría y celebración, donde hay comida abundante para todos y expresiones de alegría. A esa fiesta ha sido invitado el pueblo de Israel, representado en los oyentes de aquella parábola. Y también son invitados todos los pueblos. Nosotros también somos invitados a compartir esa vida con Dios.
El corazón de Dios es tan grande que abre las puertas de su casa y nos invita a todos a entrar en su fiesta. Que bueno es sentirse invitados por Dios. Nuestro Padre nos busca para hacernos partícipes de su vida, de sus dones y su alegría. La vida de Dios es presentada como una fiesta, es decir, un ambiente de regocijo, alegría, convivencia, comunión y esperanza. Según la parábola algunos no aceptaron, es decir, no quisieron participar de esa vida que Dios ofrece. Vale la pena reflexionar sobre nuesrta respuesta a esa invitación de vida. Que importante es, entonces, aceptar la invitación y acoger la vida de Dios.
2. Una Igelisia que va al encuentro: Iglesia en Salida
Otro detalle importante de la parábola que Jesús nos presenta hoy es el trabajo de los servidores que van a buscar a los invitados. La Iglesia cumple hoy con esa misión: salir a llamar a todos para que vengan al encuentro con el Señor. Dios mismo es el mayor interesado en salir a buscarnos y envía sus mensajeros para que transmitan la invitación. Es lo que hacen hoy los sacerdotes, los catequistas, los padres de familia, los misioneros, los religiosos, los evangelizadores...
El Papa Francisco insiste en que somos una "Iglesia-en-salida", es decir una comunidad de misioneros que no debe quedarse estática, sino que debe esforzarse por llevar constatemente el mensaje del Señor a los invitados, que son todos los obres y mujeres invitados a la salvación.
Vale la pena destacar también la necesidad de tener el traje de fiesta para estar en la fiesta: actitud de conversión permanente, perseverancia, responsabilidad, doscilidad al Espíritu, amor compartido...
¿Estamos dispuestos a aceptar la invitación?¿Estamos dispuestos a dar apertura a la vida de Dios?
¡Ánimo!
Para profundizar un poco más:
Después de las tres parábolas que hemos escuchado en los últimos tres domingos: la de los dos hijos (21,28-32), la de los viñadores asesinos (21,33-43) y la del banquete nupcial (22,1-14), según el evangelio de Mateo, la respuesta de aquellos oyentes es dramática y trágica, es toda una cerrazón de corazón a la propuesta de Jesús. Veamos lo que dice el versículo sucesivo:
Mt 22,15: "Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra..."
Es decir siguieron planeando la forma de mantener el rechazo al Maestro.
Esta puede ser una buena interpelación para nuestra propia vida.