XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Mt 14, 22-33
VENCER EL MIEDO, NO ESTAMOS SOLOS
Toda comunidad cristiana o todo cristiano en modo personal pasa por dificultades, enfreta vientos contrarios, siente miedos, tiene experiencias de hundimiento o tempestades exitenciales... Estas realidades son partes de la vida y nos hacen ver el camino en modo oscuro; por tanto, consideramos que los obstáculos que encontramos en nuestro proceso histórico merecen ser analizadas a la luz del Evangelio, para desbrir la respuesta positiva del Señor.
El episodio que nos presenta el evangelista Mateo este domingo nos hace pensar en las dificultades que les tocó pasar a las primeras comunidades cristianas y a toda comunidad cristiana de hoy. Nos tocas enfrentar ideologías contrarias, críticas sin misericordia por parte de una cultura que exige perfección, violencias por motivos religiosos o por motivos culturales; los vientos contrarios también se pueden manifestar en las divisiones internas, las faltas de testimonio, los complejos de inferioridad, la falta de comprimiso solidario, la crisis de identidad, la duda, etc.
En este contexto, la Buena Noticia de este domingo nos hace reconocer lo siguiente:
- No estamos solos: Jesús nos dice nuevamente: "Anímense, soy yo, no teman" (v. 27). También lo dice cuando se despide: "Yo estaré con Ustedes siempre, hasta el final de mundo (Mt 28,20). La presencia de Jesús siempre es permanente y alentadora. En esa presencia está el motivo de nuestra esperanza.
- Jesús extiende la mano y nos sostiene (v. 31), como sostuvo a Pedro cuando sintió miedo. Es bueno pensar en esa mano extendida para nosotros. Jesús siempre quiere lo mejor para nosotros. La mano extendida del Señor es la manifestación permanente de su gracia.
Por tano, nos consuela saber que la presencia de Jesús es permanente; además, que esa presencia nos anima a vencer el miedo, porque quien sostiene nuestra historia es El Señor. Y esto no es triunfalismo romántico o utopismo barato. Es cuestión de saber reconocer que en todas las situacione de la vida hay una llamada a descubrir el plan de Dios. Todo tiene sentido, según el plan del Señor.
Vale la pena hacer experiencia de abandono en esas manos que se extienden para animarnos siempre. Esa experiencia de abandono también podemos entenderla como un permanente "ir hacia Jesús".
No dejemos que el miedo nos paralice. La comunidad cristiana hoy puede y debe seguir caminando con la mirada puesta en Aquel que es nuestra Roca y Refugio (Salmo 18,3)
¡Ánimo!