XIV Domingo del Tiempo Ordinario

04.07.2015 11:49

Mc 6,1-6

POCA APERTURA AL PROFETA  (POCA FE)

Jesús llega a Nazaret, la tierra y la gente que lo vieron crecer. La gente se maravillaba (maravillarse no es fe), pero también Jesús se maravillaba (viendo la poca fe). Tratemos de entrar en la escena para descubrir un mensaje para nosotros.

Las personas de Nazaret se muestran escépticas ante un hombre a quien conocían muy bien, pero que no logran ver en él al maestro, al profeta, ni mucho menos al Hijo de Dios. Sí se admiran por sus palabras, pero les cuesta creer que Dios se esté manifestando en alguien tan humilde, tan cotidiano, tan "conocido"... Un poco antes, Jairo y la mujer hemorroísa habían manifestado su gran fe en Jesús; esta vez la respuesta es muy diferente: la gente tiene actitud de poca apertura, es decir, poca fe.

La poca fe se puede mostrar de diversas maneras:

- No aceptar la novedad de Dios.

- No querer descubrir la cercanía de Dios en la cotidianidad.

- Ver la palabra de Dios como algo que nos disturba y no como algo que nos estimula a la conversión.

- Reducir el mensaje de Dios a algo que nosotros podemos controlar o manipular.

Jesús por su parte se autodefine como profeta; se admira de la falta de fe de sus paisanos, pero eso no lo detuvo. Él tiene bien clara cual es su identidad y también tiene claridad sobre su misión: viene para acercar a Dios al hombre y para dar sentido divino a la vida del hombre. Por eso dice el envangelio de Marcos que, aunque sus paisanos no mostraron apertura, eso no paralizó al gran Profeta de Dios, y se dedicó a recorres otros pueblos vecinos, enseñando el mismo mensaje de justicia, de verdad y de vida. ¿Qué habrá pasado por la mente de Jesús al ver la falta de fe su propia gente?

El Beato Oscar Romero, el profeta salvadoreño, también vivió este rechazo por parte de algunos de sus paisanos.

Ahora, propongo estas preguntas:

¿Cuál es nuestra aprertura para recibir el mensaje de Jesús?

¿Cómo estamos captando la carga de verdad y vida en el mensaje de Jesús?

¿Qué tanto nos mueve la Palabra a una vida como vista como prolongación de esa Palabra?

¿Qué tanto tenemos claridad de nuestra identidad cristiana y nuestra misión en el mundo?

¡Ánimo!