VIDA "CALACEADA"
UNA VIDA "CALACEADA"
Comencemos con una afirmación fundamental: ninguno de nosotros ha tenido una vida perfecta. En el recorrido de nuestras vidas todos hemos tenido momentos difíciles, a veces duros, a veces dolorosos y hasta oscuros. De alguna manera todos llevamos heridas (ojalá convertidas en cicatrices) de lo que nos ha pasado en el proceso de la vida.
Popularmente, a las heridas de la vida también las llamamos "calazos". Según el Diccionario de la lengua española, especialmente en la definición salvadoreña, un calazo es la "mella en el filo de un instrumento cortante". Por ejemplo, un machete o un cuchillo puede tener varios calazos si ha golpeado objetos duros. Los calazos son el signo de un trabajo realmente duro.
Cuando decimos "una vida calaceada" estamos usando una metáfora fuerte para hablar de una vida que refleja todas las marcas de la prueba o la lucha; a veces esa lucha se ve reflejada en las arrugas. Ese cúmulo de experiencias puede ser visto como una riqueza (en sentido positivo) o también como una tragedia que lamentar (en sentido negativo). Eso depende de cómo leamos las cicatrices de la vida.
Sin duda la sombra de todo nuestro pasado siempre nos acompaña. Somos lo que somos gracias a las alegrías vividas y a las cicatrices que han marcado el ritmo de nuestro caminar y que son la muestra de que hemos luchado. Tenemos que aprender a valorar las experiencias en clave positiva, para poder asumir nuevas responsabilidades en el presente y el futuro.
Recordemos otra expresión simpática para expresar este cúmulo de experiencias: "yo vengo de donde asustan". Esto para expresar que hemos vencido en ciertas luchas y hemos aprendido a ser valientes; esa la fortaleza ganada es como gasolina para seguir el camino.
Vale la pena aprender a reconocer la mano de Dios en todo este dinamismo. Sólo de ese modo le daremos significado y sentido a nuestro caminar. Si la pedagogía de Dios en nuestras experiencas pasadas seguramente aprenderemos a ser más agradecidos y propositivos; además, de ese modo tendemos más fuerza para seguir enfrentando los "calazos" nuevos de la vida.
Jesús es nuesto mejor modelo. Sus heridas nos han curado (1Pe 2,24).
¿Cuál es tu mejor "calazo" que te ha hecho más fuerte?
Ánimo,
P. Rafael