VI Domingo - Tiempo Ordinario

31.12.2000 18:48

Mt 5, 17-37

UNA JUSTICIA NUEVA

Una de las cosas que más sorprenden de la vida de Jesús es su capacidad para mantenerse en una sana tensión entre la continuidad y la novedad. Se puede ver en el evangelio de hoy, cuando el Señor dice que ha venido a dar cumplimiento a todo lo escrito en el pasado, pero con una justicia nueva.

¿De qué justicia de trata? Veamos algunos puntos relevantes:

Respeto al hermano: ya no es un respeto superficial, sino una auténtica búsqueda reconciliación permanente con el hermano. Esta reconciliación puede ser presentada como ofrenda al Señor.

Una mirada limpia que corresponde a un deseo limpio: necesitamos purificar nuestros deseos. El Papa Benedicto XVI, en sus catequesis para el año de la fe nos invitó a tener una “pedagogía del deseo”. Saber desear lo mejor para la otra persona, eso permite no ver a las personas como objetos, sino como sujetos.

La fidelidad: como una tarea que da libertad, sobre todo a los que han optado por el matrimonio. Además, en cuestiones del matrimonio siempre es bueno ir al proyecto original de Dios: quiso que ya no fueran dos, sino  una sola cosa. Necesitamos volver al proyecto original de Dios sobre la familia: la fidelidad que da estabilidad.

El uso de la libertad: la libertad es un don de Dios. En el libro del Eclesiástico encontramos estas afirmaciones: «Al principio el Señor creó al hombre, y lo dejó a su propio albedrío» (15,14); «Ante los hombres está la vida y la muerte, a cada uno se le dará lo que prefiera» (15,17). Estas expresiones nos hablan de la capacidad que tiene el hombre para dar su sí al Señor. No hay lugar para la vida mediocre o hipócrita. Estamos invitados a usar bien de nuestra libertad, como dice GS 17: «Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección».

Sigamos el mejor camino, es decir, el camino de la vida junto a Dios.

¡Ánimo!

 

Algunas preguntas para nosotros:

¿De verdad hemos elegido a Jessús como nuestro Maestro?

¿Estamos dipuestos a seguir el camino nuevo que nuestro Maestro nos indica?

¿De qué modo estamos dando cumplimiento a la Ley del amor?