V Domingo de Pascua

11.06.2016 09:05

Jn 13,31-35

La misión es amar

Quinto domingo de la Pascua. Nos encontramos siempre con la alegría de una presencia, pero también con el mensaje de una despedida y de una promesa.

La propuesta evangélica para nuestra meditación es un texto del evangelio de Juan. Estamos en el contexto de la Ultima Cena de Jesús con sus discípulos. Son palabras dichas con carácter de testamento y, por tanto, tienen un carácter muy solemne.

Veamos de qué se trata el diálogo:

1. El Hijo del hombre es glorificado en su pasión (v.31): La fidelidad de Jesús hasta la muerte da gloria a Dios. Esta es una muestra clara del camino correcto que da vida, en contraposición al camino de la traición de Judas, de la cual se habla en los versículos precedentes (vv. 21-30).

2. Jesús habla con ternura: "hijitos míos" (v.33). Son palabras de cercanía y confianza, que expresan el profundo amor que Jesús tenía y tiene por sus discípulos. El capítulo 13, en efecto, comienza diciendo que Jesús amó hasta el extremo (13,1). Jesús ha amado siempre, a todos y siempre primero. Jesús nos "primerea" en el amor.

3. Un mandamiento nuevo (v.34): Si Jesús ha amado con fidelidad y hasta el extremo, ese puede y debe ser el estilo del amor de sus segidores. El amor fraterno es central en el testamento que nos ha dejado el Maestro. A nosotros nos corresponde dar seguimiento a aquella palabras sagrada del Maestro.

4. La identidad y la misión de los discípulos es dar a conocer este amor. Por eso Jesús dice: "en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (v.35). De alguna manera Jesús está prometiendo que su presencia continúa en todos los gestos de amor sincero que los discípulos seremos capaces de demostrar. Que importante es dar continuidad a ese amor. El amor es nuestra misión (lema del encuentro de las familias en EU en el 2015).

Ahora nos preguntamos:

Cuando alguien nos ve, 

¿Nota facilmente que somos discúpulos de Jesús de Nazaret?

¿Nota que pertenecemos al rebaño de Jesús?

¿Nota claramente que hemos asumido el amor como nuestra misión en el mundo?

Siempre es tiempo propicio y lugar propicio para vivir esta identidad y esta misión. Estamos invitados a florecer y dar fruto allí donde Dios nos ha plantado.

Animo!