Segundo Domingo de Navidad
Jn 1,1-18
EL VERBO HA PUESTO SU MORADA ENTRE NOSOTROS
Nuestro tiempo histórico tiene significado por un motivo bien preciso: la presencia del Hijo de Dios encarnado entre nosotros, que manifiesta su misterio en dos puntos bien precisos: la Encarnación y el Miesterio Pascual.
En este tiempo de Navidad reflexionamos mucho más el misterio de la Encarnación.
El segundo domingo dentro del tiempo de Navidad nos da la opotunidad de reflexionar sobre el misterio del Verbo hecho carne. Este es el mensaja que nos presenta el evangelio de Juan en su primer capítulo. Con un lenguaje teológico y simbólico, el envangelista nos quiere conducir por un camino de fe que debe ser entendida como "aceptar la luz" o "acoger la vida".
El prólogo del evangelio de Juan es un texto muy profundo que nos obliga a reflexionar con calma, sin prisa; tratamos de mirar los detalles con corazón atento y abierto al Misterio de la Encarnación. También estamos invitados a pensar en la respuesta mejor que podemos a dar. Si Dios ha querido unirse con nosotros definitivamente, entonces vale la pena repensar a nuestra unión con él.
La luz es Cristo (v. 5.7.9,) y quiere dar vida (v.3). Ha venido a nosotros (v. 11) para que lo recibamos. Si lo recibimos nos da el poder de hacernos hijos de Dios (v.12). Este es el gran don: la Encarnación del Hijo de Dios tiene el objetivo de hacernos hijos de Dios. Esta es una gran noticia para todos! Nuestra tarea es aceptar su luz y su gracia (v.17).
La gracia nos llega por Jesucristo. Él es quien nos revela al Padre. Ver a Jesucristo es ver a Dios y descubrir el camino verdadero de la vida.
Ya que estamos iniciando el año, pidamos al Señor que nos conceda esa capacidad de acoger su luz, su vida y su gracia. De ese modo nuestro año tendrá un auténtico sabor cristiano. Que seamos capace también de agradecer la cercanía del Dios-Encarnado que nunca nos deja solos.
¿Queremos caminar con Jesús?
¿Tenemos el corazón abierto para recibir su luz?
¡Ánimo!
Para profundizar:
Palabras del Papa Francisco en el Angelus del 3 de enero 2016:
https://www.vatican.va/content/francesco/en/angelus/2016/documents/papa-francesco_angelus_20160103.html