Quinto Domingo de Cuaresma
Jn 12,20-33
MORIR PARA DAR FRUTO
La escena evangélica es presentada en un panorama de apertura a la gentilidad. Se habla de unos griegos que quieren "ver" a Jesús, es decir, hay un mundo no plenamente religioso que quiere ver (conocer) el misterio de Cristo. En ese contexto, Jesús explica el significado de su muerte. Su muerte es el mayor signo religioso que nos dispone a caminar hacia Dios y nos une a él.
La comparación con el grano de trigo que cae en tierra que muere y que, sólo muriendo, da fruto (v.24) es una metáfora potente para reconocer nuestra propia experiencia pascual. Nuestra vida está marcada por esta experiencia pascual. Continuamente estamos muriendo para vivir. Sólo que debemos aprender a descubrir ese significado profundo para orientar mejor cada paso.
Jesús muere para dar fruto. Su muerte es punto de atracción y de encuentro para todos. Lo dice con estas palabras: "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (v. 32). Estamos invitados a caminar siempre hacia la cruz, encontrarnos antes la cruz, pasar a través de la cruz y así llegar a la meta final: la vida.
Hagamos algunas afirmaciones importantes a modo de síntesis:
- La muerte de Jesús nos salva: nos abre un camino de vida hacia Dios. En la aceptación de la muerte Jesús manifiesta su fidelidad total al Padre y también su amor total por la humanidad. El trigo que muere da fruto: ese fruto es la vida eterna.
- La muerte de Jesús es atractiva: esto quiere decir que no se nos impone sino que nos atrae; al morir en la cruz y servirnos de esa manera Jesús nos deja libres para aceptar o rechazar. Su entrega total de alguna manera tiene un inmenso atractivo, ya que nos hace preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo por ese Jesús que muere por mi? ¿qué significa para mí la muerte de Jesús? ¿cuánto debo todavía profundizar el significado de su amor?
- La muerte de Jesús es configuradora de nuestra propria vida: debemos caminar según ese modelo. Un cristiano debe conformar su vida según el ejemplo que Cristo nos da. Recordemos que nuestra vida se configura en el Misterio Pascual de Cristo. Asumir esa espiritualidad es clave para entender cada etapa.
También nosotros podemos ser grano de trigo que muere, que ama, que sirve, que da vida, que abre caminos... que da esperanza!
¡Ánimo!