PEDAGOGIA DE PROCESO
PEDAGOGÍA DE PROCESO
En nuestra vida, reconocemos por experiencia, que aprendemos de modo procesual. Ninguno de nosotros aprende todo de una vez: todo lleva su proceso. A veces los procesos son lentos, largos, complicados, confusos e incluso dolorosos, pero, a fin de cuentas, esa es la pedagogía que nos hace crecer.
Dios utiliza la pedagogía de proceso para enseñarnos a crecer en todo sentido. Pensemos como ejemplo el proceso de aprendizaje del pueblo de Dios pasando por el desierto después de la liberación de Egipto. Recordemos el aprendizaje del pueblo en tiempo de monarquía o en el período de destierro: todos los pecados cometidos y los nuevos descubrimientos de la alianza. En todo el proceso se reconoce el acompañamiento del Señor. El pueblo nunca camina solo, siempre descubre la Palabra que orienta los pasos y conduce hacia lo escencial.
Jesús utilizó la pedagogía de proceso con sus discípulos. Les enseñó pacientemente por tres años los misterios del Reino. Los discípulos por su parte tuvieron que hacer un recorrido, paso a paso, "rumiando" el mensaje del Señor. Pero llega el momento de la despedida, en la última cena, en la cual Jesús les dice que tiene que dejarlos caminando solos... ¡Pero realmente no quedan solos! Les promete el Consolador, el Espíritu Santo. Una de las tareas del Espíritu es la siguiente: enseñarles todo y recordarles todo lo que ya había dicho Jesús (Jn 14,26). El Espíritu es el pedagogo divino que necesitamos para aprender. Después de Cristo, a la Iglesia le corresponde hacer proceso de aprendizaje, viviendo la apertura al Espíritu.
No olvidemos que no todo se aprende de una vez. Se necesita tiempo y paciencia. Se necesta también persevernacia: hacer camino y mantenerse en el camino. Es muy importante respetar los procesos: una cosa nos llevará a otra y así seguiremos madurando. Imaginemos cuánto caminos nos queda por recorrer y cuánto por aprender... Sin desesperarnos.
Podemos decir que nuestro tiempo es el tiempo de la pedagogía de proceso en la que el Espíritu nos va acompañando, enseñando, recordando, aclarando y nos hace profundizar. De parte nuestra es importante dejarnos guiar, acompañar y orientar...
Ánimo,
P. Rafael