P. LUIS COTO
26.06.2022 23:00
UN SACERDOTE QUE DEJÓ HUELLA
El P. Luis Coto ha sido y siempre será un sacerdote-símbolo, porque ha sido uno de esos que realmente dejan huella. En mi vida sacerdotal he encontrado diversos sacerdotes que han marcado en modo positivo mi camino de fe y mi experiencia vocacional. El P. Luis ha sido uno de esos compañeros de camino que han dado fuerza a ciertos pasos de mi vida.
Quiero traer a la memoria algunos momentos significativos de ese "caminar juntos", que han sido puntos de fuerza para mi experiencia de fe.
Recuerdo mis primeros dos años de estudiante de filosofía en el Seminario San José de la Montaña. Esos dos años (1994-1995) todavía era rector el P. Luis. En el año siguiente lo sacaron del Seminario y ese "sacarlo" fue como un "marginarlo"... Sin embargo, su camino continuó. Tengo bien presente el gran cambio que se dio con el rector que llegó en 1996.
En eso dos años que lo conocí en el Seminario puedo decir que marcó la vida toda esa generación de seminaristas: su disciplina, la seriedad con la que hacía las cosas, el sentido de proceso en el cual insistía continuamente, la invitación que nos hacía a caminar juntos. Recuerdo una vez que nos hizo reflexionar en una reunión plenaria sobre la canción de Silvio "Vamos andar"... Recuerdo también una pregunta que nos hacía con insistencia, en momentos espontáneos y en momento de diálogo más formal: ¿qué tiempo hace para ti? Ante esa pregunta, necesariamente debíamos reconocer cuánto habíamos caminado y cuánto nos faltaba por avanzar.
Con el P. Luis aprendí a tener amor por la Sagrada Escritura, a conocer la Iglesia salvadoreña, a conocer a Mons. Romero, aprendí el lenguaje de los procesos pastorales, aprendí a ver con ojos de fe la realidad histórica en la que caminamos; aprendí a mirar mi propia vida como un proceso de crecimiento integral. Los esquemas que nos planteaba insistían en hacer camino en modo integral.
En su gran trayectoria sacerdotal el P. Luis siempre ha sido un punto de referencia para todos los sacerdotes. Según mi entender, su palabra era siempre respetada, escuchada (aunque nos siempre fuera seguida), porque vivía la coherencia sacerdotal, con corazón de pastor, con mente abierta y gran amor por la Iglesia.
Recuerdo una vez que estuvo presente en una celebración de mi aniversario sacerdotal. Pudimos compartir la S. Misa y la comida junto a mis compañeros de promoción y otros sacerdotes de mi Diócesis. La presencia del P. Luis fue un gesto significativo, fraterno y cercano para alguien que había sido uno de sus alumnos muchos años atras.
Ahora tenemos el reto de seguir su estilo de proceso en nuestras experiencias de fe, en nuestras experiencias pastorales y en nuestras vidas sacerdotales.
Que la memoria del padre Luis nos ayude a seguir siendo discípulos de Jesucristo, con corazón sincero y fiel, mente clara y coherente, sentido de proceso y amor por la Iglesia.
P. Rafael