LOS ATEOS NO EXISTEN
NO EXISTEN LOS ATEOS
En esta semana he escuchado esta frase que me ha dejado pensativo: "no existen y nunca han existido los ateos". El biblista F. Armellini que pronuncia este conduntende comentario explica que el gran problema siempre ha sido que los hombres en el lugar que le corresonde al Dios verdadero siempre han puesto "otro dios", por tanto han mostrado una prioridad en sus vidas.
El Concilio Vaticano II, especialmente la GS 19 habla sobre el ateísmo con esta palabras: "La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador. Muchos son, sin embargo, los que hoy día se desentienden del todo de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan en forma explícita. Es este ateísmo uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atención".
Según estas palabras el hombre encuentra la plenitud de su vida si muestra su espíritu religioso (re-ligación) con el Dios que lo ha creado. El problema viene cuando la re-ligación se da con algo que es creación de las propias manos humanas: el poder, el placer, el tener. Desatender al Dios verdadero conduce necesasriamente a dar confianza otras realidades. Entonces se cae en la idolatría. De todos modos siempre se le rinde cultu a a algo: la propia persona, el sexo, el dinero, el poder... y se vive para eso. Por tanto, siepre se tiene un "pequeño dios".
La clave de todo esto está en reconocer sinceramente por quien para quien vivimos. San Pablo dice: "Si vivimos, para el Señor vivimos... del Señor somos" (Rm 14,8; Cfr. 2Cor 5,15)
Si decimos "no hay ateos" lo que queremos evidenciar, en definitiva, es que todos los seres humanos entregamos el corazón a algo. En el caso de los creyentes en en Cristo, entregan su corazón a Alguien, que es principio y fin, Alfa y Omega, origen y meta, Creador y Salvador.
Sigamos en el camino de la fe, nunca en el camino de la idolatría.
Un abrazo,
P. Rafael