La Palabra es performativa (III)

11.01.2022 16:28

LA PALABRA ES PERFORMATIVA

Hemos dicho en las reflexiones precedentes que la Palabra es Luz, es como una antorcha nos ayuda a caminar con claridad (primer paso). También hemos dicho también que es una fuerza transformadora, que trata de cambiar nuestra vida desde dentro (segundo paso). En esta tercera reflexión (tercer paso), en preparación del Domingo de la Palabra de Dios, queremos afirmar que la Palabra es el camino a seguir. La Palabra nos da las indicaciones necesarias para caminar y nos hace caminar. Podríamos decir que la Palaba es como el mapa que nos ofrece todas las rutas posibles para caminar según la voluntad de Dios y nos da la energía para emprender el camino. En otras palabras, podemos decir que la Palabra es performativa, porque realiza su obra en nosotros.

Según el diccionario, cuando decimos que algo es "performativo" significa que "al enunciarse realiza la acción que significa". Se puede decir también que al pronunciar la palabra "implica la realización simultánea por el hablante de la acción evocada". Es decir cuando se dice algo se está realizando la acción al mismo tiempo. Un ejemplo que puede ayudarnos a entender esto: cuando un sacerdote dice "yo te bautizo en el nombre...", al decir "bautizo" está hablando y realizando la obra de la gracia. Pueden servir de ejemplo también estas afirmaciones de la vida común: "te ordeno", "te bendigo", "te maldigo", "te prometo", "te perdono"... Son pabras que realizan lo que dicen la mismo tiempo.

En esta tercera reflexión estamos afirmando que la Palabra es performativa porque al pronunciarse sobre nosotros quiere moldear nuestra vida según el Modelo más auténtico, Jesús. También es performativa porque cuando la pronunciamos nosotros nos configura con una identidad. El texto que nos ayudará a profundizar esa experiencia performativa es el relato que nos habla de Simón quien, después de una pesca sin fruto y ante la invitación que hace Jesús de remar mar adentro, Simón es capaz de decir: "Maestro,, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes" (Lc 5,5).

Simón llega a comprender que es la Palabra de Jesús la que orienta la vida de esa pequeña comunidad de pescadores. Si se hace todo según la Palabra de Jesús entonces todo tiene un sentido diferente: todo se renueva y fructifica. Efectivamente, el relato dice en el v. 6: "Y, haciendo así, pescaron gran cantidad de peces...". Obedecer a la palabra de Jesús hizo posible que nuevas experiencias vinieran a la luz. Pero, la experiencia más profunda se nota cuando Jesús pronuncia una palabra sobre Simón: "No temas. Desde ahora  serás pescador de hombres" (v.10). Esa palabra configura la persona de Simón, le da horizonte, una identidad y una misión. Esa palabra de Jesús orienta todos los pasos de la vida de Simón.

En muchas otras ocasiones el Señor Jesús manifestó la fuerza performativa de su Palabra. Nos viene a la memoria precisamente aquella afirmación que dijo Jesús en la sinagoga de Nazaret, después de leer un texto del profeta Isaías, en el que se anuncia la llegada de una Buena Nueva para para los pobres; en su "pequeña homilía" Jesús dijo: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21). Allí tenemos otro ejemplo de cómo Jesús está actualizando continuamente la Palabra en su vida, porque él es la Palabra siempre viva y eficaz. Y seguramente esa palabra nos configura como discípulos permanentes.

Si reconocemos que la Palabra de Dios es performativa para nuestra vida entonces podremos descubrir con más claridad cuáles son las llamadas constantes que nos hace el Señor, para entender y asumir nuestra vocación más profunda y nuestra misión más urgente. Sólo es cuestión de evocar continuamente la Palabra sobre nosotros.

Se requiere humildad para dejarse transformar por la Palabra que configura nuestra vida. Debemos aprender a respetar y dejarse extremecer ante la Palabra (Cfr. Is 66,2). Debemos alimentarnos continuamente de la Palabra porque es dulce como la miel (Cfr. Ez 3,3; Ap 10,8-10). Nuestro corazón debe inclinarse hacia los preceptos del Señor (Cfr. Sal 119,36). Debemos aprender a obedecer la Palabra, como lo hizo Simón, aquel día en el lago de Galilea, ya que toda palabra pronunciada por Jesús es performativa. 

Pregunta final: ¿Dejamos que la Palabra sea performativa en nuestra vida?

Ánimo,

P. Rafael

 

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Para profundizar: Les propondo leer todo el salmo 119, especialmente estos versículos:

25 Estoy abatido en el polvo: reanímame según tu palabra. 26 Te conté mis andanzas y me respondiste: enséñame tus estatutos. 27 Indícame el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. 28 Mi cuerpo se encorva por la tristeza, sostenme con tu palabra. 29 Aléjame del camino de la mentira y dame la gracia de tu voluntad. 30 He escogido el camino de la lealtad, he elegido tus mandamientos. 31 Me adhiero a tus preceptos, Señor, no me defraudes. 32 Por el camino de tus mandatos correré cuando me ensanches el corazón. 33 Muéstrame, Señor, el camino de tus estatutos y lo seguiré hasta el final. 34 Enséñame a cumplir tu voluntad y a observarla de todo corazón. 35 Encamíname por la senda de tus mandatos, porque en ella me deleito. 36 Inclina mi corazón hacia tus preceptos y no a ganancias injustas. 37 No dejes que mis ojos se fijen en la mentira, reanímame en tu camino. 38 Mantén a tu siervo la promesa porque te reverencio de verdad. 39 Aleja el ultraje que me aterra; pues tus mandamientos son buenos. 40 Mira cómo deseo tus decretos; con tu justicia dame vida.