IR AL FONDO
IR AL FONDO DE LAS COSAS
Estos días me he encontrado con un comentario sobre un cristiano del siglo XVII que me parece nos puede ayudar para nuestro presente. Se trata del científico, matemático, filósofo y teólogo Blaise Pascal.
Se dice que B. Pascal (1623-1662), siendo todavía muy joven, buscaba ir al fondo de las cosas, con espíritu científico y matemático. Su búsqueda la hacía con gran agudeza, ya que era un niño con una iteligencia prodigiosa.
La noche del 23 de noviembre de 1654, le sucedió algo que le cambió la vida totalmente: una visión mística, una experiencia que fue considerada como "verdadera conversión". Luego participó con jansenistas en un monasterio en Port Royal. Y desde allí siguió un camino de profundización con mucha honestidad intelectual y vital, siguiendo una búsqueda profunda.
En 1656 comenzó a escribir de teología. Como cristiano reconocía que la fe es el éxito más racional en la búsqueda de la verdad. Así se propone hacer una apología del cristianismo: que no consiste en luchar contra las heregías, sino contra el abandono de fe misma (lo que hoy podemos llamar secularismo; sería como un "dejar de buscar").
La apología de Pascal comienza desde abajo, de la condición humana, del enigma de la existencia. Se trata de una dinámica que comienza de las preguntas que hay en el hombre y que encuentra las respuesta en Dios, especialmente en Jesucristo.
Cada hombre es misterio y Jesucristo es la clave para descifrarlo.
El proceso que hace Pascal:
1. La existencia humana se muestra como absurda.
2. Las soluciones de la filosofía y de las otras religiones no la explican.
3. La solución cristiana es la única que puede explicarla. Pero es necesario acoger esa verdad con el corazón, no sólo con la pura razón.
Se puede conocer con la razón, pero es un acto de soberbia creer que se puede conocer la fe (algo tan profundo) con la razón.
La cosa peor es que preferimos no pensar, como que si la distracción nos puede dar paz.
Por eso es siempre necesario "ir al fondo de las cosas". El camino no es el excepticismo, la resignación o la superficialidad, sino la búsqueda.
El que duda y no busca, permance infeliz. No encuentra tranqulidad. Ese es un ser insensato ya que se queda a medio camino.
La solución al enigma del hombre es Cristo.
En Cristo y su evangelio encontramos la "sabiduría de la cruz". En Cristo conocemos la vida y la muerte, el camino y el sentido de todo.
La cruz es nuestro punto firme.
Toda esta exposición nos mueve a pensar en el tipo de búsqueda que estamos haciendo. Si en realidad estamos haciendo las preguntas apropiadas y también si estamos buscando en el lugar apropiado.
Nuestro espíritu es inquieto, no nos detengamos en la búsqueda.
Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II, en Gaudium et Spes, 22: "En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado".
¡Ánimo!