III Domingo de Cuaresma
Lc 13,1-9
TIEMPO DE CONVERSIÓN
Seguimos en camino en el tiempo de la Cuaresma. La invitación a la conversión resuena más fuerte en este tercer domingo. Recordemos que la
es lo que nos ayuda a acercanos cada vez más al Señor.
La llamada de Jesús es fuerte y personalizada para cada uno y para todos: "si no se convierten, todos perecerán del mismo modo" (vv. 3.5). Es una interpelación que nos hace caer en la cuenta que debemos volver a Dios siempre. Dios tiene paciencia y nos espera. No es cuestión de un cambio exterior, sino interior.
La parábola presentada por el Maestro nos da consuelo, ya que nos presenta la paciencia de Dios. Nos presenta el corazón de Dios que se expresa en aquella palabra del viñador: "Señor, déjala todavía por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante" (v.8-9). Esta expresión nos da esperanza y nos aclara también el modo cómo de debe manifestar la conversión: los frutos.
Dios espera frutos de nosotros. Se trata de los frutos de conversión. Esa conversión se expresa mejor cuando volvemos el corazón a Dios y nos decidimos a vivir según su amor. Este amor se expresa de modo concreto en las obras de misericordia.
La conversión, por tanto, implica cambio de mentalidad que nos lleva a un cambio de acciones, de hábitos, de comportamientos, de actitudes, de relaciones y hasta del modo de ver la vida.
¿Cómo estamos aprovechando este tiempo?
¿Cuál es el abono que estamos usando?
¿Estamos haciendo algo para aclarar nuestro camino de conversión?
Animo!