II Domingo de Navidad
Juan 1,1-18
El Verbo se hizo carne
En el Segundo Domingo de Navidad se nos propone el prólogo del evangelio de San Juan. Encontramos distintos elementos muy importantes para nuestra vida en ese texto tan profundo. Veamos algunos elementos:
1. La Palabra: Cristo es el Verbo, la Palabra Eterna, es una Palabra creadora, capaz de dar vida. Es la fuente de la vida. Por eso Jesús dijo: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10); o también dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6).
2. La Luz: Cristo es la luz para los hombres; es una luz que siempre brilla, pero que no siempre es acogida. Jesús tambien dijo: "Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no tema caminar en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12).
3. Gloria: en Cristo se manifiesta la gloria de Dios; es la gloria de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Es la gloria que siempre ha tenido junto al Padre (Jn 17,5).
4. Plenitud: Cristo es la plenitud de la gracia; se trata de la gracia que supera la ley antigua y que hace vivir la liberta de los hijos de Dios. En Cristo encontramos nuestra plenitud. Por dice la Carta a los Colosenses: " En él reside corporalmente la plenitud de la divinidad, y de él reciben ustedes su plenitud..." (2,9-10)
5. Carne: Cristo es hombre verdadero; habitó entre nosotros y nos habló con lenguaje humano, de modo que podamos entender. Su presencia es constante y consoladora: Dios habita en medio de nosotros. Jesús garantizó esta presencia: "Yo estaré con Ustedes todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20) . En el comentario a la biblia de nuestro pueblo se dice: "El cuerpo de Jesús se ha convertido en tabernáculo de Dios para la humanidad. La presencia divina, ligada antes a la tienda del desierto, después al templo de Jerusalén, habita ahora en la presencia de Jesucristo".
Ahora nos preguntamos:
Con toda esta riqueza de verdades que se nos revelan en el evangelio,
¿Cómo haremos más concreta nuestra apertura a la Persona de Cristo?
¿Qué tanto debemos profundizar todavía en nuestro seguimiento del Maestro Jesús, el Cristo?
¿Estamos dispuestos a dar testimonio (como Juan) de la Persona de Cristo?
¡Animo!