II Domingo de Cuaresma

27.02.2016 08:13

Lc 9,28-36

Jesús es el fundamento de nuestra esperanza y de nuestro camino cuaresmal.

La escena de la Transfiguración nos hace reconcer muchas cosas importantes para nuestro crecimiento espritual en el camino cristiano. Puntualicemos sólo algunas:

- El camino está marcado por la cruz, pero siempre con una promesa de resurrección. Antes de esta escena que nos narra el evangelista se nos dice que Jesús ha anuciado su Pasión (Lc 9,22) y ha pedido una respuesta libre para seguirlo en este camino (Lc 9,23-26). También en aquel monte Jesús habla con Moisés y Elías sobre lo que sucederá en Jerusalén (v.31). En toda esa presentación del camino notamos la promesa: asumiendo el seguimiento de Jesús y pasando por la cruz siempre se llega a la resurrección.

- En este camino para mantener viva la esperanza debemos aprender a escuchar la voz de Dios. La invitación es clara, desde la nube la Voz nos ha dicho: "Este es mi Hijo, mi Elegido, escúchenlo" (v.35). Para enter el camino y saber cómo caminar debemos escuchar al Maestro. Escuchar significa estar atentos a todo: palabras, obras, gestos, milagros, silencios, oraciones, miradas, sonrisas, llantos... todo!

- Es necesario subir con Jesús para contemplar su gloria. Esta es una invitación a unirnos y ser parte de aquel trio: Pedro, Santiago y Juan (v.28). También nosotros podemos subir con ellos para redescubrir la revelación del plan de amor de Dios. Sólo subiendo entenderemos que hay allá arriba.

- El fundamento de la esperanza cristiana es Jesús, y todo su misterio pascual. Jesús está al centro de toda la escena. En Jesús se resume todo el Antiguo Testamento (Moisés y Elías) y da inicio el Nuevo Testamento (la nueva comunidad de discípulos). Por eso Jesús es para nosotros el fundamento de nuestra esperanza cristiana, en él vivimos y renovamo nuestra alianza con Dios.

Para la reflexión:

En este tiempo de Cuaresma,

¿Estamos dispuestos a subir con Jesús hasta Jerusalén y no quedarnos sólo en el Monte Tabor?

Si la verdadera escucha de la Palabra transforma, entonces ¿qué tanto estamos escuchando al Maestro? ¿O pretendemos solamente que sea él quien nos escucha a nosotros?

¿Con qué palabras o acciones podríamos explicar nuestra esperanza cristiana?

Animo!