II Domingo de Cuaresma

14.03.2014 11:40

Mt 17,1-9

SE TRANSFIGURÓ

En el camino de la vida, nuestra cotidianidad, necesitamos momentos de luz, que nos hagan menos difícil el peso del camino. Esos momentos de transfiguración sólo los podemos encontrar subiendo con Jesús a la montaña. Es en la montaña donde nuestro Señor nos manifiesta otro rostro y nos abre siempre la esperanza.

¿Dónde está esa montaña?

Puede ser un momento de oración o de meditación de la Palabra de Dios, puede ser una celebración eucarística vivida intensamente o un momento de estudio profundo, puede ser un encuentro a solas con el Santísimo, o un retiro espiriitual, o un acontecimiento significativo... Lo importante es estar dispuestos a subir con él, para dejar que nos hable como él es en realidad, como Dios.

La invitación del segundo domingo de Cuaresma es a descubrir el rostro glorioso del Señor, manifestado en diversas circunstancias. La presencia de Dios siempre es densa cuando somos capaces de dejar a Dios ser Dios, como dice Carlos Vallés. La experiencia de la presencia de Dios en nuestro camino es la cosa más segura para seguir caminando.

La Cuaresma es tiempo para caminar a la luz del Resucitado, con esperanza. Podemos decir también que es tiempo para "entrenarnos" en nuestra esperanza, mientras contemplamos los momentos de cruz.

Otro aspecto importante que se subraya en el evangelio de este domingo es la importancia de la escucha de la Palabra de Dios. El Padre nos invita a escuchar a su Hijo. Pareciera una cosa fácil y que se da comunmente. Sin embargo, la escucha requiere actitud receptiva, histórica, abierta y contemplativa. Este puede ser otro punto para nuestro "entrenamiento" espiritual cuaresmal.

Caminemos en la Cuaresma como pueblo de fe y eperanza, como pueblo que escucha y se compromete a dar testimonio de la presencia de Dios en nuestro camino.

¡Ánimo!