II Domingo de Adviento
Lc 3,1-6
VEREMOS LA SALVACIÓN DE DIOS
Estamo en el segundo domingo del Adviento. Un paso más en nuestro camino hacia la celebración de la Navidad. En este camino se nos invita a discernir y decidir sobre lo mejor que nos puede ayudar para nuestro crecimiento como cristianos (Cfr. Flp 1,9-10).
En el texto del evangelio de este domingo, propongo que pongamos atención a los siguientes puntos:
1. Un tiempo concreto:
El evangelista Lucas se preocupa por darnos un dato temporal bastante bien documentado, para eso usa como punto de referencia al emperador del momento (Tiberio) y los gobernadores de las regiones cercanas. También se hace mención de los sumos sacerdotes del momento: Anás y Caifás.
Este dato nos ayuda a demostrar la historicidad de la persona de la cual se habla: Juan el Bautista, el precursor de Jesús.
Juan será entonces la conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, él nos invitará a introducirnos en modo radical en la Nueva Alianza.
2. Un espacio concreto:
El espacio geográfico es el desierto, en las cercanías del rió Jordán. En ese ambiente Juan recibe la palabra de Dios y la respectiva misión, que consiste en predicar un bautismo de conversión.
El desierto es un lugar propicio para el encuentro cara a cara con Dios; a partir de ese encuentro vienen los cambios…
3. Una compromiso concreto:
El compromiso es la conversión, que se manifiesta en algunas exigencias bien concretas, haciendo referencia a las palabras del profeta Isaías (Cfr. Is 40,3-5):
- Preparar el camino para el Señor
- Allanar senderos para el Señor.
- Enderezar lo torcido para el Señor.
- Emparejar lo escabroso para el Señor.
La gran noticia después de todo esto: ¡veremos la salvación de Dios! (v. 6). La Buena Noticia, por tanto, nos deja un buen sabor de salvación. Se nos invita a esperar la salvación, preparando un camno. La salvación llegará para nosotros, en nuestro tiempo y en nuestro lugar donde estemos.
¿No sería bueno hacer en estos días una buena confesión?
¡Animo!