I Domingo de Cuaresma

13.02.2016 12:09

Lc 4,1-13

 

La opción por la fidelidad a Dios

 

Diablo es el nombre griego, Satanás es el nombre hebreo, para referirse al ser que personifica todo lo que hay de malo y opuesto a Dios. El diablo es el tentador, que induce a la gente hacia el mal; destruye con astucia más que con poder. Su pretensión es inducir al hombre a caminar en sentido contrario al verdadero camino que lleva a la vida. La intención del tentador es alejarnos de la fuente de la vida y por eso romper con nuestra relación auténtica con Dios.

La gran noticia de este domingo es que el Diablo ha sido vencido por Jesús. Esta es la esperanza que nos abre el evangelio de este domingo en la escena que nos presenta san Lucas. Por eso vale la pena celebrar el triunfo de Jesús e intentar cada vez más unidos a él.

Jesús vence al tentador porque se mantuvo firme y fiel a su misión. Jesús ha venido a reconstruir lo que el Diablo había destruido. Jesús ha vencido la tentación siempre, durante toda su vida. El símbolo de los 40 días nos habla de toda una generación (v. 2). Si consideramos la tentación como una prueba, podemos reconocer que en la prueba se manifiesta la fuerza de la fidelidad, en la prueba se aprende a vencer el pecado (Cfr. Heb 4,15).Gracias a la victoria de Jesús sobre el mal, mediante la muerte y la resurrección, Satanás quedó vencido y se abre un camino de misericordia para nosotros.

Veamos los elementos concretos en los que Jesús venció al tentador:

  • Ante la propuesta de desconfiar de Dios, Jesús propone la confianza en Dios, la humildad ante la palabra (v. 4). La tentación también nos hace pensar en ese riesgo sutil de querer "utilizar" a Dios para que haga todo lo que nosotros le pedimos. La respuesta siempre es la capacidad de seguir creyendo sin "intereses".
  • Ante la propuesta de adorar (idolatría) con tal de ganar beneficios personales, Jesús propone la adoración sólo a Dios, sin intereses personales (vv. 6-8). A Dios se le ama y se le sirve por quien es. Si reconocemos que él es nuestro Dios, no hay espacio para buscar los ídolos. Dios es único (Deut 6,4.13).
  • Ante la tentación de poner a prueba a Dios, Jesús responde que no debemos osar tentar a Dios (v. 12; Deut 6,16). En nuestra relación con Dios podríamos poner a prueba el amor de Dios, como si Dios me tiene que proteger más que los demás (que me cuiden sus ángeles). El problema es cuando no encontramos la respuesta que queremos, en ese caso podríamos poner en duda el amor de Dios. La respuesta de Jesús purificar nuestra relación con Dios y nos motiva para asumir nuestras responsabilidades en lo concreto, mientras confiamos en el amor de Dios.

La fuerza de la tentación es grande. Pero la fuerza del Espíritu Santo en Jesús es todavía mayor. Las respuestas de Jesús fueron basadas en la Palabra de Dios. También nosotros debemos tener la Palabra de Dios como fundamento de nuestras decisiones. Además,nosotros debemos pedir siempre el Espíritu de Jesús para no caer en la tentación. Así nos dijo el Maestro: oren para no caer en tentación (Lc 22,40). Con la ayuda de Dios podemos vencer la tentación y seguir madurando...

Las tentaciones son momentos para definir, aclarar y madurar nuestras opciones. Es una buena decisión optar por los caminos más difíciles, por que son los que nos llevan con seguridad a un crecimiento. Como dice L.A. Schokel, en su comentario a la Biblia de nuestro pueblo, vale la pena hacer experiencia de tentación y desierto para definir nuestros caminos y nuestros deseos de cumplir la mision de cristianos: hacer vida el Evangelio. 

Ya sabemos dónde y cómo encontrar la fuerza para vencer las tentaciones (que son tantas y tan variadas). Que este tiempo de Cuaresma sea de verdadero crecimiento.

 

¡Ánimo!