Formación Permanente como discipulado

15.08.2018 20:39

DISCIPULADO PERMANENTE

El Papa Francisco en una Carta a los participantes en la Asamblea General Extraordinaria de la Conferencia Episcopal Italiana el 8 de noviembre de 2014, dice estas palabras:

«La formación de la que hablamos es una experiencia de discipulado permanente, que acerca a Cristo y permite identificarse cada vez más a Él. Por ello la formación no tiene un final, porque los sacerdotes nunca dejan de ser discípulos de Jesús, de seguirlo. Así, pues, la formación en cuanto discipulado acompaña toda la vida del ministro ordenado y se refiere integralmente a su persona y a su ministerio. La formación inicial y la permanente son dos momentos de una sola realidad: el camino del discípulo presbítero, enamorado de su Señor y constantemente en su seguimiento».

Destaquemos algunas afirmaciones fundamentales que nos ayuden a profundizar en nuestra experiencia de configuración con el Señor, lo cual nos involucra en un proceso continuo de formación permanente.

1. El discipulado acerca a Cristo y permite identificarse con él. La experiencia del discipulado tiene un objetivo: asumir la vida total del Señor hasta el punto de darle una forma a nuestra propia vida. Cada uno con su propia personalidad puede dejarse impregnar de la gracia del Señor que se vuelve un estilo concreto, que luego se reconoce por los frutos.

2. Nunca dejamos de ser discípulos: aquí nos encontramos con una referencia cronológica; es importante reconocer que nunca se termina la experiencia del discipulado, precisamente se coloca el adjetivo permanente; para reafirmar que en el transcurso de la vida siempre estaremos en un proceso dinámico, con una llamada continua al crecimiento.

3. La formación es cuestión integral: de vida y ministerio. Estamos llamados a redescubrir que la la vida es una armonía de diversas dimensiones, las cuales debemos aprender a armonizar, a la luz de Jesucristo; todo esto para que nuestro ministerio sea más significativo para nuetro tiempo y para nuestros hermanos de camino.

Después de haber subrayado estas ideas, propongamos algunas líneas concretas:

a) Escucha cotidiana de la Palabra de Dios: formar un hábito.

b) Lectura cotidiana de la propia vida: examen de conciencia, desde nuesrta fe.

c) Atención a los detalles que parecen menos significativos: para atender mejor la integralidad.

 

Que el Señor nos conceda realizar un buen camino.