¿DONDE ESTAN LOS PROFETAS?
¿DÓNDE ESTÁN LOS PROFETAS?
El mundo de hoy tiene necesidad de profetas. La densidad del presente —para usar una palabra de G. Gutiérrez— requiere de personas que no sólo anuncien buenas noticias, sino sobre todo, que desenmascaren las raíces más profundas del pecado, a todos los niveles.
Para tener hombres así pensamos sobre todo en el don de Dios. Es Dios quien elige, llama, envía... Esta es una verdad innegable. Pero, si pensamos bien, Dios ya hizo esto. Ha elegido, llamado y enviado... a todos los que compartimos la condición de bautizados. Y sobre todo a los que tienen las tarea de ejercer el ministerio sacerdotal. Este es un reto urgente para nuestro tiempo.
Al profeta le corresponde —según K. Rahner— defender la pureza del mensaje cristiano, atestiguar ese mensaje y actualizarlo para su tiempo. Cada una de estas tareas tiene sus propias exigencias, que deben ser interconectadas, para no dar sólo énfasis a una descuidando las otras. El reto está en cumplir con la tarea de manera integral. Además, el anuncio y la persona deben coincidir. Esta es una exigencia mayor.
Debemos ser "profetas de la vida" nos dicen también los obispos en Aparecida (n. 471). También en el documento de Aparecida se pide a los consagrados "un profestismo que aspire hasta la entrega de la vida, en continuidad con la tradición de santidad y martirio de tantas y tantos consagrados a lo largo de la historia del Continente" (n. 220). Esto mismo se puede aplicar para cada bautizado y para cada sacerdote. La tarea pareciera que se tiene clara. Pero el reto está en el "como" llevarla a cabo. Esta es la inteligencia que debemos buscar y profundizar.
Tenemos un reto. Estamos invitados a retomar este reto, con valentía e inteligencia.
¡Ánimo!