Domingo de Pentecostés
Jn 20,19-23
RECIBAN EL ESPIRITU SANTO
Con la Solemnidad de Pentecostés concluimos el tiempo de la Pascua. En esta gran fiesta reconocemos la presencia del Espiritu de Dios en nosotros. Es el Espíritu que fortalece para cumplir la misión.
El Señor Jesús Resucitado es el dador del Espíritu. Su mano es signo de su poder. Con la fuerza del Espíritu los discípulos pueden seguir dando testimonio ante el mundo de la obra de Dios, que se concretiza en la paz, la reconciliación, el compromiso de fe, la perseverancia...
El Señor Resucitado está en medio de ellos, es decir, el Señor es el centro toda la misión y de la tarea de la Iglesia. Toda la obra que debe realizar esta pequeña comunidad la debe hacer con la fuerza del Espíritu. La misión es seguir testimoniando la presencia del Señor entre nosotros y de ese modo dar una Buena Noticia al mundo.
El Espíritu Santo es esa fuerza divina que hace renacer todo, que promueve la reconciliación, que posibilita la comunión, que impulsa a la misión.
Que bueno es entonces abrirnos a la fuerza del Espíritu para que podamos vivir auténticamente nuestra vida cristiana, según nuestra vocación más auténtica: la vocación divina.
El mundo necesita un testimonio auténtico de la presencia del Resucitado.
Ánimo!