DISCIPULADO CONSCIENTE (Segundo paso)

10.02.2022 14:59

¿Quiénes somos y de dónde venimos?

 

Un discipulado consciente

Segundo paso: ¿quiénes somos y de dónde venimos?

 

En el templo de Delfos, en Grecia, estaba inscrita una frase que dice: “conócete a tí mismo”. Por eso los grandes filósofos como Sócrates, insistían en ese ejercicio para emprender un camino filosófico. Seguramente esta es una tarea muy difícl, pero necesaria para emprender el camino de la vida.

Jesús de Nazaret nos invitó a conocer nuestro interior, el corazón, porque desde el interior salen las intenciones malas (Mc 7,21-23), las cuales hay que purificar. Por eso San Pablo nos invita a renovar el espíritu de nuestra mente y crear el hombre nuevo (Ef 2,15; 4,23-24). Sólo el hombre nuevo, que se conoce, es capaz de vivir un discipulado consciente y fructífero.

 

Por eso, con ojos abiertos queremos entrar en lo más profundo de nuestro corazón. No es una tarea fácil, porque entrar dentro de nosotros mismos implica conocer los contenidos del “yo”, es decir, las necesidades que nos impulsan, los valores que nos atraen y las actitudes que se vuelven comportamientos habituales. Entrar en nuestro yo implica también reconocer que la vida psíquica se manifiesta en tres niveles: psíquico-fisiológico, psíquico-social y racional-espiritual; además, debemos reconocer que no todo en nuestra vida es totalmente consciente, hay varios niveles para el conocimiento de nuestra vida: consciente, inconsciente y preconsciente. Todos estos detalles se explican en el libro que estamos siguiendo. Ahora nos detenemos a analizar algunas cosas más específicas tratando de responder a la  pregunta que que nos guía en este segundo paso (recordemos que son cinco pasos).

En este segundo paso queremos respondera a una pregunta doble: ¿quiénes somos y de dónde venimos? Es decir que nuestra propuesta quiere ayudar a que reflexionemos sobre nuestro “yo actual”, en el yo actual podemos definir quiénes somos en este momento, después de haber hecho todo un camino de vida metidos en un contexto personal bien concreto. Necesitamos tener un conocimiento objetivo de sí mismos, lo cual no es nada fácil, porque hay cosas de nosotros mismos que no conocemos. Pero se debe afirmar que: “parece inevitable que el conocimiento objetivo de sí es la condición básica para una estima realista: el no conocerse suficientemente provoca o una estima artificial o una no estima” (p. 171). Y quien no se conoce no puede hacer un camino de discipulado consciente.

La estructura de una persona incluye el “yo actual” y el “yo ideal”, ambos forman parte del conocimiento de nosotros mismos. En este momento nos interesa más el yo actual (del yo ideal hablaremos en el cuarto paso).

El yo actual representa lo que la persona es realmente (ya sea que lo sepa o no), con sus necesidades y con su manera habitual de actuar (actitudes). El yo actual es el resultado o el conjunto de tres componente: yo manifiesto, yo latente y yo social. Según los Autores que estamos siguiendo, cada uno de esos componentes se explica así:

a)     Yo manifiesto: es el conocimiento que la persona tiene de sí misma y de sus actos, o sea lo que afirma ser y hacer habitualmente, con las características negativas y positivas que admite poseer.

b)    Yo latente: es el conjunto de  las características que el sujeto posee pero no conoce; son todas esas características de las que el sujeto no es consciente, pero que continúan formando parte de su persona e influyendo en su conducta. Esta es la parte de nosotros mismos que es muy difícil conocer (no imposible). Es difícil de conocer porque muchas cosas permanecen escondidas... pero, precisamente para eso es que hacemos la reflexión y el estudio de nosotros mismos.

c)     Yo social: es el yo como agente y objeto social; por consiguiente, lo que según yo soy a los ojos de los demás; es como un influjo social sobre la definición del propio yo, pero filtrados por los esquemas del yo.

El yo actual es lo que somos en este momento, es lo que somos realmente. Para conocer todo lo que somos realmente necesitamos ver los contenidos que mueven nuestra vida. Debemos responder, por ejemplo a dos preguntas fundamentales: Cuando el hombre actua, 1) ¿de qué es impulsado o atraído?  2) ¿Por qué es impulsado o atraído por esos contenidos y no por otros? (Estas preguntas las profundizaremos en el tercer paso).

El discpulado para que sea consciente debe estar claro del yo actual y tomar decisiones con el deseo racional y no sólo con el deseo emotivo. Debemos aprender a ver los que nos gustas (emoción) y lo que nos conviene (deseo razonado). Para eso necesitamos un proceso de formación. Un camino de formación tiene como objetivo: “favorecer el surgimiento de actitudes intelectuales sin detenerse en las adhesiones puramente emotivas” (p. 58).

Es necesaria la vigilancia del corazón, porque de él brota la vida (Prov 4,23). Necesitamos examinar nuestro conducta y convertirnos al Señor (Lam 3,40; Gal 6,4). Examinémonos a nosotros mismos si de verdad estamos caminando en la fe (2Cor 13,5).

Preguntas para nuestra reflexión:

¿Nos conocemos realmente? ¿Queremos conocernos mejor? ¿Queremos vivir más conscientemente nuestro discipulado? ¿Qué o Quién atrae más nuestra vida?

 

Animo,

P. Rafael 

 

 

 

 

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Para profundizar, algunas frases del libro que estudiamos juntos:

- “Educar signfica, por tanto, ayudar a la persona a adquirir un conocimiento profundo y duradero de sí (yo estructural), en todos sus aspectos (yo dialéctico), unido a un dominio de la propia persona (yo holístico), a fin de canalizar todas las energías hacia la realización de objetivos y metas contructivas (yo finalista)” (p.138).

- El proyecto educativo es: “disponibilidad a canalizar todas nuestras energías hacia algo estimado como central para nosotros” (p. 97).