Abrir nuevas puertas
Reto pastoral permanente: abrir nuevas puertas
La pastoral en una parroquia es un permanente redescubrimiento de retos que mueven a dar respuestas nuevas. Cada contexto y cada etapa histórica presenta nuevas preguntas que piden nuevas respuestas. Este dinamismo require, además, atención permanente a las signos, la voces, las inquietudes, los silencios y las interpelaciones.
Hablando con personas de la comunidad parroquial en estos días he sentido nuevamente la llamada a seguir buscando, tratando de abrir puertas nuevas para que el proyecto de la nueva evangelización logre llegar a más corazones.
Un pensamiento que puede paralizar cualquier esfuerzo es: "ya estamos haciendo lo suficiente". Pero, y si en realidad no hemos recogido los frutos eperados, ¿no será que debemos cambiar de estrategias, métodos y propuestas? ¿no será que debemos buscar abrir nuevas puertas?
Para responder a estas preguntas necesitamos volver a leer nuestra realidad y discernir la voluntar de Dios para esa realidad concreta. De momento, algunos puntos que se podrían proponer como líneas orientativas:
— Intensificar la oración: recordando que si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles (Sal 126,1). Debemos siempre pedir al dueño de la mies (Lc 10,2) que nos dé operarios y la fuerza para permanecer trabajando con fidelidad en sus campos. La obra del Reino es una obra divina, pero realizada con manos humanas. Necesitamos recordar siempre que nuestra tarea requiere el auxilio de lo alto.
— El encuentro personalizado: esto implica el contacto cara a cara, para llevar la propuesta de la Palabra que da vida. El contacto personalizado se vive en modo concreto en la visita de las familias que necesitan (lo sepan o no) una mensaje que dé horizonte al caminar de todos los miembros de la familia. Recordemos lo que hizo Jesús entrando en la casa de Zaqueo (Lc 19,1-10): llevó la vida a una familia.
— Propuestas de formación para todos: la ignorancia de nuestra fe es un signo claro de que nuestra pastoral no ha calado en lo más hondo de los fieles de la comunidad. Por eso es necesario intensificar el esfuerzo por una formación más clara, sistemática y adaptada a las necesidades de las personas de nuestra comunidad. La formación requiere tiempo, perseverancia, búsqueda, insistencia... todo esto debe convertir en un buen hábito de vida cristiana.
— Espacios de participación: la parroquia puede y debe proponer muchos espacioas para sentirse parte de la familia. Todos somos importantes y todos podemos poner al servicio de los demás nuestros dones (1Pe 4,10); todos los dones son para el bien común (1Cor 12,7). Abrir espacios de participación ayuda a reconcer siempre que somos sarmientos de la Vid (Jn 15,5). Estando unidos a la Vid damos frutos.
La pastoral es un abanico de posibilidades. La llamada de Dios debemos descubrirla en cada posibilidad.
Pidamos al Señor la luz necesaria para entender los retos y la fuerza para responder.
Animo!